I si et pogués escoltar de nou?

¿Y si te pudiera escuchar de nuevo?

Hace unos días escuché unas dulces y maravillosas palabras llenas de amor y agradecimiento, salían directos del coro de un hijo que aprecio incondicionalmente su padre, como también lo hacía él. Hablaba de él como una persona» soñadora, insuperable como padre, protector a la vegada que permisivo y muy trabajador». Ni con una grabadora habría podido capturar todo el amor y los sentimientos que surgieron de aquella conversación, y es que cuando habla el coro se crea una atmósfera mágica.


En aquella sala había más familiares. «Qué legado, cuánta fuerza, cuando aprendizaje… cómo echabas de menos a tu estimada. Ahora ya estáis juntos. ¿Cómo te lo has hecho para ser tanto en todo?».


Cuánta gratitud y verdad en pocas palabras, qué familia más bonita y unida pensé. Para despedir a sus padres y abuelos con hermandad y respeto los propuse de hacer un acto de gratitud, confianza, paz y amor para conectar con sus almas. Los propuse de ponerse las manos en el coro, cerrar los ojos y escuchar el que nos tenían que decir. Se hizo el silencio.


«Con vuestro permiso», y empiezo:

Qué gozo veros a todos juntos. Si os pudierais ver como os vemos nosotros ahora, unidos, plenos de amor, honrándonos cómo nunca hubiéramos podido imaginar, con los niños a primera fila, que bien saben cómo nos desvivíamos por ellos. Estamos bien, en paz, velando por vosotros, porque todos habéis llenado, forjado, cultivado y hecho más grandes nuestros corazones. Mi granja es un lugar mágico, un espacio donde las almas se curan gracias a la bondad de los animales. Id y curaos.

¿Sabéis qué? Estoy orgulloso. Cuando os decía que no podemos estar enfadados con la gente porque no nos lleva a ninguna parte os hablaba de la enfermedad que es el rencor. Hoy veo que habéis aprendido la lección, que me habéis hecho caso, y esto me hace feliz.

Está claro que os echaré de menos hijos, hijas, nietos, familia y compañeros, pero no sufráis porque aquí me guardaban un lugar privilegiado, me siento querido y cuidado. Mis padres y hermanos cuidaban de mi querida, ahora he llegado yo y recordamos cada minuto que hemos vivido agradeciendo haber formado parte de todas y cada una de vuestras vidas. También bromeamos, nos reímos de mí, de cuando iba a repartir nata con mi bicicleta. Era, sin duda, la mejor nata de la comarca, de la pastelería en la cual mis padres pusieron toda su pasión y su tiempo. Recordamos mi infancia al chalé, mis estudios y las travesuras de joven, de cuando llegué de hacer la mili y me tiré de pleno al mundo de la confección. Fue una aventura larga y pesada, empezando en aquel pequeño pueblo, hasta cubrir la comarca entera. Este trabajo la disfruté mucho mientras duró, de hecho nos permitió tener una vida con la cual cualquier persona soñaría. También nos la robó como nadie lo desearía.

Aprendí a volar y a querer aquello que era de verdad. Quizás sí que soy un soñador, pero siempre con el objetivo de ayudar, curar y querer todo lo que me rodeaba.

¿Sabéis de que hablamos? Hablamos de ti. Aprovecho para decirte que gracias a ti y tu pasión empezó mi segunda aventura. Nuestra segunda aventura y la de todos. La granja y todo lo que le da vida. Aquella caravana y nuestros animalitos que han hecho felices a miles de niños. Nada me llenaba más que el dibujo de aquellas sonrisas a las caras de los más pequeños de toda España en las ferias medievales y romanas, el ‘Segar i el Batre’, Galicia, Betanzos… Y como no, aquel pueblo perdido de la mano de Dios, donde tu hermano y tú os encarcelasteis dentro del castillo.

Sé que quizás fui frío, distante, muy protector y permisivo. ¿Recuerdas aquellos cromos que os compraba para compensar las horas que no os pude disfrutar? Chalaba sintiendo como jugabas a pelota o preparando unos frankfurts americanos para tus compañeras. Cuántas cosas para agradecerte y ahora solo me sale decirte gracias, perdón y te quiero.

Con mi querida también recordamos cuando nos conocimos, repasamos los 15 años de amor puro e incondicional en que los nietos han sido nuestros guías, nuestra fuerza, nuestro camino. Ahora puedo agradecerle de nuevo como nos hemos querido, la paciencia que ha tenido y como me ha mimado. Recordamos también como os hemos querido, como verdaderos hijos e hijas. Juntos os decimos gracias, perdón y que os queremos.

Como no puede ser de otro modo también hablamos de todos los compañeros que he conocido a lo largo de mi vida y de las cenas de los viernes en la granja con un número indeterminado de asistentes. Siempre era una sorpresa y yo era feliz.

Quiero hacer un agradecimiento especial y de todo corazón a mi médica, quien ha estado en los últimos momentos conmigo y de forma incondicional. También a todo el equipo médico de mi pueblo querido, gracias por todo.

Ahora sí, solo nos queda despedirnos de todos y daros de nuevo las gracias infinitas para querernos tanto y de verdad.

Quedaos tranquilos, estamos bien, descansamos en paz y con la conciencia tranquila que todo lo que hemos hecho en esta vida lo volveríamos a hacer.

HASTA SIEMPRE